Granjas Carroll es una empresa dedicada a la producción comercial de cerdo para abasto, ubicada en Perote Foto: Especial
“Aquí vivimos con miedo”, dice Margarita Hernández Burgos, quien es dueña de una tienda de abarrotes en la pequeña comunidad de La Gloria, del municipio de Perote, que en los últimos días acaparó los reflectores de medios estatales y nacionales por ser epicentro de una misteriosa epidemia –gripe, neumonía, bronconeumonía, ninguna autoridad lo ha confirmado con certeza– que cobró la vida de dos niños y la enfermedad de cientos de pobladores más.
Hecho que como otros que han ocurrido desde hace años tiene como telón de fondo la operación indiscriminada de Granjas Carroll, una empresa trasnacional –sancionada desde 1997 en Estados Unidos, acusada de graves daños al medioambiente y a la salud–que produce un millón de cerdos al año y que desde hace una década se ha convertido en blanco de críticas de organizaciones civiles y pobladores de la región de Perote.
La Gloria es uno de estos casos, en donde se le responsabiliza de ser un foco de infección y contaminación del aire y del agua, tema del que hasta el momento la autoridad guarda silencio.
Margarita es precisamente uno de los cinco vecinos activistas de La Gloria, que enfrentan denuncias penales, como la 10/2007, presentada por personal de Granjas Carroll por supuestamente haber cometido el delito de “ataques a las vías generales de comunicación” por el bloqueo a la carretera federal Achichica-Perote efectuado por un grupo de pobladores que protestaron por la expansión indiscriminada de la empresa porcícola.
Aunque para los pobladores la protesta resultó un éxito, pues logró que Granjas Carroll cancelara la construcción de dos módulos de crianza de cerdos más, próximos a la comunidad de La Gloria, lo que vino después fue una pesadilla para quienes la empresa ubicó como los supuestos cabecillas del movimiento.
Margarita no oculta su miedo. Pese a ser una destacada activista, revela que el hostigamiento de la empresa no sólo es legal, sino también psicológico, con llamadas telefónicas amenazantes y mensajes de muerte, como la del anónimo aparecido en la pared de su negocio en enero de 2007, en el que le decían “que me calmara, porque sabía lo que le pasaba a las personas que se atrevían a meterse con ellos”, lo que motivó que presentara una denuncia penal contra la empresa ante la agencia del ministerio público de Perote que actualmente “se encuentra archivada”.
Peor situación es que la vive el señor Guadalupe Serrano Gaspar. A sus 66 años, este agricultor de maíz, frijol y habas, externa la zozobra constante en la que vive, tras ser denunciado por personal de la empresa como uno de los “revoltosos” que participó en el bloqueo a la carretera federal.
El 8 de abril de 2008 padeció uno de los momentos más amargos de su vida, al ser detenido por un grupo de agentes de la AFI, disfrazados de obreros, luego de ser sacado mediante engaños de su domicilio por Omar Hernández, quien en ese entonces fungía como secretario particular del alcalde de Perote, Guillermo Franco.
“El día que me detuvieron, vino a mi casa y me dijo que el alcalde quería hablar conmigo, porque me iba a dar un nombramiento de director de Obras y cuando salí fui detenido por los agentes de la AFI”. Esposado, fue llevado a la ciudad de Xalapa y posteriormente trasladado al penal de San Miguel, en Puebla, en donde tras el pago de una fianza fue liberado. Tan irregular resultó su detención que el propio alcalde de Perote intervino y despidió de inmediato a Omar Hernández.
Pero Guadalupe Serrano no ha recuperado la tranquilidad. Su vida se reparte en el trabajo en el campo, en el pago de abogados, de transporte y la visita al juzgado de Cholula, Puebla, a donde acude cada quince días, pues es donde Granjas Carroll radicó la denuncia penal, lo que se ha convertido en un calvario para él.
“Vivo y trabajo para defenderme”, expresa, conteniendo las lágrimas, presa de la angustia, que es idéntica a la que sufre Bertha Crisóstomo Lara, la agente municipal de La Gloria y otra de las denunciadas por Granjas Carroll, junto con su sobrino José Luis Martínez Crisóstomo.
Bertha Crisóstomo toma con humor, no exento de un dejo de tristeza, el calvario que le ha significado denunciar la contaminación provocada por Granjas Carroll en su comunidad.
El mismo día en que detuvieron a Guadalupe Serrano Aguilar fue visitada en su domicilio por el propio Omar Hernández, quien mediante engaños buscó sacarla. “Me pidió que le enseñara donde vivía el señor Guadalupe y no sé porqué razón no quise salir de la casa, me quedé recargada en la puerta y fue cuando vi a unos hombres extraños que luego supe eran los agentes de la AFI que también iban a detenerme”.
Desde entonces, la vida de Bertha Crisóstomo tampoco ha sido fácil. Al incómodo peregrinaje cotidiano al juzgado de Cholula, Puebla, se suma el acoso telefónico, de voces masculinas, siempre distintas, que la insultan y amenazan.
Y como todos los que se han atrevido a denunciar la contaminación de Granjas Carroll, no ha escapado del espionaje de la empresa, que por medio de vehículos vigilan su domicilio cuando hace recorrido por la comunidad o sale del municipio por carretera.
El pasado 6 de abril ocurrió el último incidente a Bertha Crisóstomo, cuando al regresar de la oficina de la agencia municipal a su domicilio fue seguida cerca de las 22:30 horas por un vehículo compacto de color café, el cual le dio tres vueltas a la manzana donde vive para luego tomar fotos con la cámara de un teléfono celular.
“Es algo que pasa seguido. Cuando voy a Xalapa siempre hay un vehículo que me sigue hasta la comunidad de La Joya. O cuando voy a dar una vuelta al parque de Perote, siempre hay gente que anda atrás de mí,vigilándome”.
Este último incidente lo reportó al alcalde Guillermo Franco, quien a su vez se comunicó con Tito Tablada Cortés, gerente de Relaciones Públicas de Granjas Carroll de México, para pedirle una explicación. “No tema usted. Yo hablé con Tito Tablada y me dijo que no era ninguna represalia contra usted, que la respeta y es una dama”, fue la respuesta que le comunicó el alcalde.
Pero para José Luis Martínez Crisóstomo no puede haber tranquilidad cuando el hostigamiento de la empresa es persistente y ésta presume de poder e impunidad. Las mismas llamadas telefónicas anónimas se han encargado de regar la especie: “nos dicen que dejemos esto, que ellos tienen muchos dólares y gozan de la protección de altos funcionarios del gobierno”.
Hay pobladores como María Victoria Hernández Arguello, denunciada penalmente por Granjas Carroll, que prefieren ya no hablar y elude todo trato con la prensa. Quienes la conocen, aseguran que se encuentra afectada emocionalmente por todos los problemas que se han derivado tras las denuncias de las irregularidades de la empresa.
Hoy en día, la denuncia penal 10/2007, por la comisión del supuesto delito de “ataques a las vías generales de comunicación”, está en su fase final, por lo que los denunciados se encuentran a la expectativa de una próxima resolución, lo mismo que otra denuncia penal por el supuesto robo de dinero que había en el interior del vehículo de uno de los denunciantes el mismo día de la protesta.
Se trata del vehículo de Gerardo Sánchez Vázquez, propietario de la constructora Gesava, SA de CV, contratista de Granjas Carroll de México e irónicamente originario de la comunidad de La Gloria, quien argumenta que el día de la protesta de los pobladores circulaba por el lugar y le fue hurtado dinero en efectivo que se encontraba en el interior de su vehículo.
A la denuncia se sumó Arturo Pérez, chofer de la pipa que supuestamente fue detenida por pobladores de La Gloria, ese mismo día. Y finalmente, Joaquín Hernández Torres, ex trabajador de Granjas Carroll, quien se retractó de sus declaraciones durante el proceso judicial, argumentando que había firmado una primera declaración en donde culpaba a los pobladores de La Gloria bajo la presión del propio Gerardo Sánchez, a quien responsabilizó de la redacción del texto. Según refieren los pobladores denunciados, Hernández Torres se habría desdicho de su primera declaración pues “no quería culpar a inocentes”.
Enfermedad y muerteEl miedo no ha impedido que pobladores de la comunidad de La Gloria denuncien la contaminación que produce Granjas Carroll en la región de Perote.
Durante un recorrido realizado por Milenio Veracruz en la comunidad de La Gloria, el pasado jueves se constató el fétido olor proveniente de las granjas de cerdos que se respira durante todo el día en la pequeña comunidad de apenas 3 mil habitantes, así como la existencia de enjambres de moscas que infestan los domicilios de las familias, todo lo cual ha sido negado por las autoridades de salud, incluido el propio secretario de Salud, Manuel Lila de Arce.
Asimismo, se verificó la proximidad de las granjas de Xoltepec y Quechulá, a ocho y once kilómetros de la comunidad de La Gloria y cómo las “lagunas de oxidación” de las mismas, en donde se somete a un proceso de descomposición aéreo los desechos fecales de lo cerdos –que se vuelve gas metano–, son las responsables del fétido olor que inunda a poblaciones como la Gloria. En estas se sospecha además de un problema de filtración a los mantos freáticos de la zona.
Contigua a las lagunas de oxidación, se encuentran los denominadas biodigestores, que no son más que fosas cubiertas con una puerta de metal, en donde se tiran los cuerpos de los cerdos enfermos o que han sufrido alguna herida por peleas o aplastamiento en las granjas.
En estos agujeros cavados en el suelo, los cuerpos se descomponen, lo que representa una fuente de contaminación y proliferación de moscas, que posteriormente, empujadas por el viento, viajan hasta la comunidad de La Gloria, en donde se albergan en los domicilios.
María Dolores Herrera es una de las habitantes de La Gloria cuyo domicilio se encuentra invadido de estos insectos portadores de agentes patógenos. “Hemos llegado hasta a encontrar moscas del tamaño de una abeja, de esas que les dicen muerteras, que tenemos que eliminar todos los días”, refiere.
Como muchas familias, la suya también ha sido víctima frecuente de enfermedades gastrointestinales y de las vías respiratorias, especialmente dos de sus hijos menores, uno de los cuales, la más pequeña, de cinco años, ha desarrollado un predisposición a padecer diarreas, tos, infección en la garganta, vómitos y fiebre.
Fausto Limón Palestina y Patricia Ramírez son un matrimonio que ha visto el deterioro de su calidad de vida desde la instalación de la granja de cerdos de Granjas Carroll en Xoltepec.
Habitantes del rancho El Riego, ubicado a unos 250 metros de la Granja, se quejan de los malos olores que inundan su domicilio a todas horas y los enjambres de moscas que los agobian. Ambos revelan una incidencia de enfermedades desde la operación de la granja de cerdos, incluido dolores de cabeza, al parecer, por la inhalación del gas metano que despiden las lagunas de oxidación.
No es el único estropicio causado en su rancho. El tiradero de cuerpos de cerdos en las Granjas ocasionó la proliferación de manadas de perros salvajes en la zona que en varias ocasiones ingresaron a su rancho y mataron a tres de los seis avestruces que tenía en su corral. Lo grave es que de ninguna de estas afectaciones se ha hecho responsable la empresa, mucho menos, dice desalentado, ha tenido algún apoyo de las autoridades. Por otra parte, aunque autoridades de la Conagua han realizado, a petición de parte, estudios de la calidad del agua del pozo ubicado en su propiedad, en reiteradas ocasiones se le ha negado acceder a los resultados.
En las últimas semanas la comunidad de La Gloria acaparó los titulares de algunos medios de comunicación luego de que se diera a conocer la muerte de dos infantes –y la enfermedad de cientos de pobladores– como consecuencia de una extraña enfermedad causante de fiebre, tos, dolor de huesos, náuseas, lo que llevó a las autoridades de Salud de Veracruz y del IMSS a destacamentar a brigadistas y médicos y establecer un cerco sanitario. De la misma manera, se implementó un operativo de fumigación con un químico denominado Aquarrel y la aplicación de una tonelada de cal en la comunidad.
Pese a las denuncias coincidentes de pobladores de que esta epidemia tiene vinculación con la contaminación que produce en la zona Granjas Carroll, hasta el momento las autoridades han guardado silencio y minimizado el caso, al atribuirlo a una cuestión derivada del calor y a la complicación de una simple gripa.
Se estima que en todo el Valle de Perote, incluido parte del territorio de Puebla, Granjas Carroll opera cerca de doscientas granjas en las que produce cerca de un millón de cerdos que son exportados.