"La verdadera Patria es la infancia".
Baudelaire.
Fragmento de “Julio Galán imposible”, ensayo de Magali Tercero, a la memoria del pintor: Julio dice: “’Mi obra es un psicoanálisis…refleja mi interior, es como un eco del pasado en mi memoria. También revela mis pensamientos secretos, mis deseos, mis miedos, el dolor y la muerte. El medio de la pintura me dio todas las posibilidades para explorar mi propia identidad, de seguir el anhelo existencial de reencontrarme conmigo mismo”. “De ahí sus temas –escribe Magali- indefensión, reclamo y sadismo infantiles, dolor emocional, nostalgia del paraíso”.
Pero ¿cuál es el paraíso que cita Magali? Sino la infancia. Real o idealizada. Una puede sentir una inmensa nostalgia de lo que fue. Y una nostalgia todavía más inmensa, de lo que nunca fue. Sabiendo a ciencia cierta que no fue. O matizándolo. O negándolo. Las opciones son vastas. Inventar. Por ejemplo. En el arte o en la vida. Lo que seguramente no es igual. También puede inventar-se en ambas. No creo que una las elija en plena consciencia. El anhelo de imaginar un pasado infancia-adolescencia, que no fuera portador de abandono y de dolor (cuando ese fue el caso) es común a la mayoría de los seres humanos que lo padecieron. Porque el pasado puede sangrar en el presente. Como hemorragia, o como la sutil gotita de una herida que pareciera minúscula (¿qué ocultará esa herida?) pero que gotea incesante. Recurrente. Memoriosa y estorbosa.
Un pasado que pudiera re-escribirse en la medida de nuestras necesidades y carencias. Sentir la añoranza de una infancia protegida y rodeada de amor, no necesariamente significa haberla vivido. Significa que la deseábamos. Que es muy difícil dejar de desearla, porque el inconsciente nos sumerge en la atemporalidad. Esa es una de sus características: desconoce las fechas. Lo tienen muy sin cuidado. No razona. El inconsciente se sumerge en imágenes magníficas,se revuelca en albercas de lodo. Se baña de lágrimas, mariposas, sangre y helados de vainilla. Es como Julio cuando pinta: impúdico, excéntrico y desvergonzado.
¿Cuándo sucedió o no sucedió aquello que daña? es tu problema y no el de el inconsciente. ¿Cómo lo resuelves? Hazle a como puedas. Él se desata. Una lo indaga, lo reprime, lo neutraliza o se deja controlar. Invadir. Poseer. Sabiéndolo o sin saber. O mita y mita. Su arbitrariedad, y su libertad de origen (lo reprimimos, él insiste) es muy fácil de corroborar en los sueños dormidos. ¿De dónde surgen esas imágenes que no reconocemos? O que reconocemos tan vagamente. O que reconocemos con claridad, pero de las que nunca tuvimos memoria en estado de vigilia. ¿Yo soy esa? pues sí. Puesto que soy quien lo sueña. Sí soy esa. La irreconocible "esa" de mi misma. Quizá es lo que más admiro de Julio además de su talento...que se atrevió a ir a buscar a "ese", a sus varios "esos", hasta lugares desgarradores y remotos.
Me tocó ver la primera exposición de Julio Galán en Arte Actual Mexicano. Fue en 1982. Extraña fascinación. La obra era impresionante. Incrustada en la infancia. Pero ¿En qué estilo de infancia? Animalitos. Imágenes de esas muñecas de cartón que una recortaba de niña y a la que le ponía los vestiditos -también recortados- de papel. Se colocaban con unas lenguitas que se colgaban de los hombros y de la cintura. El pintor era jovencísimo. Silencioso. Extremadamente tímido. Era un viaje a la infancia y sin embargo, todas esas referencias a los orígenes tenían algo de distante. Acaso, “hierático” sería la palabra. Las exigencias de la infancia no abandonaron a Julio Galán. Ni sus terrores. Ni su desamor. Ni sus crueldades. Visitó ciudades. Países. Inventó innumerables territorios. Fue lejos en su rabia y en su valor para expresarla. No lo soltó, esa imagen materna que pintó con dedos que terminan en garras.
Provocador. Impúdico. Rebelde. Lo abrazó el éxito, la crítica, sus admiradores. Pero por alguna oscura razón. Él nunca pudo abrazarse a sí mismo. Abrazó a su pintura. Sí. Y se pintó interminablemente. Del otro lado del espejo estaba un él que quizá hubiera deseado encontrar. No lo encontró. Se le resquebrajaba cada vez el espejo. Así, como los objetos tantas veces rotos que dicen coleccionaba.
Coleccionaba muñecos. Cada una/o tenía un nombre. Le gustaban porque no sentían. Si no sentían podía abrazarlos. Sin miedo. Sin sentirse amenazado. Eso dijo. Pero quizá también podía abrazarlos porque entonces era él quien tomaba el lugar de aquella mujer adulta (la madre) y de aquel hombre adulto (el padre) que abrazaban o se negaban a abrazar a un niño-muñeco. Que aprendió a pecibirse como objeto. Niño juguete. Niño in-animado. “Los muñecos ... No me ven por meses, no me reclaman, no quiero que me quieran y no quiero querer, porque no sé que es (querer), es uno de los fenómenos del fin de siglo, las depresiones de sentirse sin amor, el desamor es uno de los grandes problemas de nuestra civilización” Le gustaba disfrazarse, pero cuenta Guillermo Sepúlveda que no apreciaba la palabra “disfraz”. En cambio decía: “Yo así soy, soy todos y ninguno”.
CRÓNICA DEL TALENTO Y DEL DOLOR
Entrevista de Silvia Cherem con el pintor Julio Galán, publicada por el Periódico Reforma el 13 de mayo del 2001. Silvia ganó el Premio Nacional de Periodismo por su trabajo en ese año. La entrevista aquí editada, se encuentra en la hemeroteca del Reforma. Me parece, una joya de sensibilidad periodística por parte de la entrevistadora, de honestidad dolorosa por parte del entrevistado. Un entrecruzamiento que alcanza a nombrar de manera sorprendente los agujeros negros de una infancia.
Están en el departamento de Julio Galán en Monterrey. Silvia narra: “Nos mudamos a su cuarto para evitar la compañía y para poder conocer sus tesoros: una Madona de Rafael Sanzio que heredó de la familia de su padre; las pulseras de brillantes que le legó su madre y que sirven, entre otras cosas, para decorar sus pantuflas (‘Si mi mamá viera dónde las puse, igual y se enoja, ¿verdad?’); y, por supuesto, Morelio, su muñeco consentido, vestido a la usanza victoriana de principios de siglo, con levita y olanes. Sobre el buró yacía una pistola. ¿Para qué la usas?, pregunté. La tomó en su mano, me apuntó a la cara y adusto respondió: ‘Es una 22, aguas, porque te voy a matar’. Algunos minutos pasaron en ese jugueteo y ese hombre, con mirada infantil y vocación de Satanás, comenzó a mostrar su esencia. Como su pistola, que en realidad era un encendedor, poco a poco se desdobló (‘Siento que yo soy muchos personajes que dialogan’ ha dicho); único pintor mexicano seleccionado para exponer su obra en 1989 en el Centro Georges Pompidou junto con los 100 mejores artistas contemporáneos, tarda en salir”.
"Permite que el espectador observe confundido las extravagantes y turbadoras combinaciones entre lo refinado y lo ramplón que ha acumulado en los 10 años que lleva viviendo en su departamento en Monterrey.‘Desde que tenía 5 años comencé a coleccionar cosas, es como una enfermedad que no mata, sólo ataranta’…candiles checoslovacos… que, para que cupieran en un techo tan bajo, los rompió y recostó sobre los muebles; un óleo antiguo de un graduado de rostro verdoso que cortó en dos con la intención de que sirviera de cortina divisoria entre la sala y su cuarto, y que finalmente enmarcó y colocó de manera invertida en la pared de su departamento; ‘Así soy yo, lo más vulgar combinado con lo refinado, papá y mamá, tendrás que adivinar quién es quién...’”
“De sus cientos de muñecas no hay ni vestigio. ‘Miss K’ las limpiaba y como cada día les rompía algo nuevo, las llevó todas a casa de su hermana Sofía. Inclusive a sus consentidas: Aurelia, Sofía y la monja Verónica. En la sala, sólo queda ‘Chingo’, un chango deslucido y raído que Galán compró en Hawai porque le gustó su desgastado traje de terciopelo rojo, y que hoy se entroniza sobre el capelo roto de un reloj de 1824”.
“’Me gusta imaginar las historias de otras vidas que vivieron estos muñecos, de cómo jugaron con ellos sus antiguos dueños o si los conocí o me pertenecieron hace cientos de años. ¿Será porque no tengo hijos que busco muñecos? Son mi perdición. Cada uno tiene su nombre, les compro ropa, les arreglo el cabello, juego con ellos de verdad. No a la comidita sino a contarles cosa’”. “De su obra sólo destaca, sobre la persiana, un autorretrato minimalista con collar de brillantes y ojos azulados tristes y atormentados, que se repite en la pantalla de una lámpara. ‘Creo que es la primera vez que cuelgo algo mío en mi casa, me vuelve el dolor y siento el tormento de cuando los pinté’. Mimetizado con su entorno, aparece de repente el personaje Galán, perfumado con un elixir que compró en Nueva York y que sirve para enamorar a quien lo huela. Se debate entre ser niño, payaso tragicómico o ángel de la muerte. ‘Soy el demonio personificado, he vivido en el infierno...‘
“Sus ojos están ensombrecidos de azul; sus pestañas de blanco; su pelo espantado, morado. ‘Me gusta maquillarme para provocar y provocarme. Con ello, no me oculto de mí mismo; son todos los demás quienes se inquietan y se esconden de mí. Su inseguridad les impide entenderme, no quepo en su esquema’. En cada uno de los dedos tiesos y gordos de sus manos, cuyas uñas muestran los restos descarapelados de barniz negro, porta cinco o seis anillos de brillantes que, como sucede con su casa, al verse amontonados, sin candor ni elegancia, parecieran baratijas del mercado... Listo el escenario. Listo el personaje".
(‘Estoy harto de las historias que se inventan de mí, que sólo se diga que colecciono cosas, que me parezco a Frida Kahlo, que me disfrazo, que estoy loco o que vengo de Venus o Marte. Quiero que encuentres otras venas en mi vida, pero si te atreves a reflejar mi imagen como la de un degenerado o como enfermo mental, te mato)’”.
“En ese primer momento, intuyendo por su obra que el tormento podía ser producto de un abuso sexual en su infancia, intenté abrir veredas para asentar al náufrago en tierra firme. Receptivo pero hermético, se mostró esquivo, impenetrable. Se requirió de una segunda sesión, también larga y nocturna (‘soy vampiro, duermo todo el día’), en la que sin disfraz ni careta, sin aparente disposición ni compañía, permitió, quizá por vez primera, desgarrar el mito y escarbar en los secretos del dolor”. “Los críticos dicen que tu sensibilidad te permite captar la ‘soledad universal’. Sin embargo, a mí me parece que a Julio Galán no le interesa el mundo y que tu pintura, que yo percibo transparente, sirve como catarsis de tu tragedia personal”.
“’Veo que diste en el clavo. A veces trato de darle gusto a la gente para que deje de preguntarme necedades, pero ya me cansé de que digan que vivo disfrazado, asumiendo una pose. Soy igualito cuando estoy solo, de noche a veces me disfrazo 100 veces y les hago desfiles de modas a mis muñecas. Si me pinto el pelo de morado o de verde, si me maquillo con moretones, si me pongo 30 anillos de brillantes es porque necesito esconderme, ser otro, proyectar mi ser y mi obra. Soy complicado hasta para mí mismo. Con mi ropa y mi pintura me pongo laberintos, enredos, pistas y obstáculos. Sé que no me parezco de un retrato a otro, de un día a otro, de un momento a otro, de una forma de pintar a otra, pero desde los 5 años, para poder sobrevivir, siempre he sido así.’”
“Has dicho que empezaste a pintar para poder sobrevivir”.
“’Sí, por eso empecé a pintar y todavía por ello lo hago. Detesto la pintura, pero es mi único espejo para filtrar la realidad, para vengarme de mi pasado. Soy pintor porque no puedo ser otra cosa. Cuando tenía 5 ó 6 años pintaba con crayones o con lo que fuera, era mi posibilidad de poder respirar, me estaba muriendo’”.
“¿Por qué?”
“’Porque pasé cosas muy difíciles que nadie ha podido entender, ni yo mismo, y que sólo puedo expresarlas pintando o hablándole a mis juguetes. Es curioso, yo no soporto el contacto físico, ni siquiera que me rocen, me da miedo y, sin embargo, a mis muñecos los abrazo todo el tiempo. Hace tres días me enfermé, estaba oyendo música y al lado estaba Teodoro (el oso de la diadema), lo abracé, me acordé de mamá con los boleros de Tania (Libertad), y mi reacción repentina fue hacerlo a un lado. Luego me acordé que mis muñecos son de trapo, que no tienen alma y que puedo aceptar su contacto. Cuando era niño así quería ser: de trapo’”.
“Háblame de Múzquiz, donde viviste hasta que cumpliste 10 años”.
“’No quiero recordar nada. Soy muy malo para hablar, me trabo, no puedo y todo está dicho en los cuadros’”. “Me parece que no obstante que en tu obra reflejas el tormento, en tu vida diaria con tus disfraces, muñecas y osos, con tu soledad y tu discurso, reflejas al niño que no pudiste ser”.
“’Sufrí muchísimo. En la infancia fui un anciano y a veces quisiera encontrar al niño, rescatarlo’”.
“En la mayor parte de tus obras tempranas hay símbolos que apuntan a una cuestión de índole sexual, quizá sufriste abuso. En cuadros como Gato haciéndole el amor a una rosa, Are you happy?, Can Can, las imágenes hablan de un tormento que implica semen y sangre: una rosa violada por un gato, un pene, rosa y espinas”.
“’Son símbolos que ocupo. Gracias a Dios no fue ese tipo de sufrimiento, y no creo tenerlo bloqueado…Estoy completamente seguro que ni un familiar, ni la monja, ni el mozo, ni nadie abusó de mí. El dolor no fue físico, me violaron el coco; literalmente me castraron. Mi tragedia es que soy Julio Galán y que ha habido muchos Julio Galán: mi papá, mi abuelo, mi bisabuelo, muchos primos, y todos vivimos envueltos en el dolor, en la tragedia, en el perfume prohibido’”.
“Hablemos de Julio Galán papá”.
“’El único Julio Galán soy yo, porque he destacado y he podido sobrevivir la locura de ser un Galán. A los otros ni los tomo en cuenta... Mi papá me hizo la vida muy difícil. No quiero hablar de él, no puedo descifrarlo, describirlo. No lo conozco, punto... Yo no sé ni quién es él. Si le seguimos, vas a tener que llamar a una ambulancia para que nos lleve al manicomio’”.
“Has dicho que te preocupa no espantar al espectador, pero me parece que estás más preocupado por no espantarte a ti mismo”.
“’¿Lo dices por el personaje éste? Fue presidente municipal dos veces y, como cacique de pueblo, sólo le importaba asentarse en el poder. Era un macho prepotente, muy imponente y pretencioso. Guapo, seductor y posesivo. Andaba con sus disque guaruras y le teníamos pavor, nos gritaba y pegaba’”
“¿Lo describirías como un hombre inseguro que se protegía con su facha de autoritario?”
“’Sí, él era la figura central de los Galán. Eran 12 hermanos y como su padre murió cuando él era un niño, a él le encomendaron casar a sus hermanas y cuidar de sus hermanos, y eso lo hizo admirablemente, muy bien. Hubiera querido estudiar medicina y no pudo; vivía frustrado y ni siquiera fue capaz de manejar bien los negocios de mi abuelo. Seguramente se sentía muy abandonado por la muerte de su padre y por tener que cargar con la responsabilidad. Se dedicó a hacernos la vida complicada a nosotros, que éramos sus hijos. Era mucha la violencia, la traición y el desamor…siempre estaba afilando navajas, para humillarnos…En mi familia todo era secreto, hasta lo que no debía serlo… el Padre Cadena, que era tremendo, manipulador y chantajista, era quien ahí daba misa. Siempre estaba hablando del infierno y estafando a mis dos abuelas; yo no entendía cómo vivir en ese mundo de tanta 'santidad', cuando a mi alrededor respiraba tanta tristeza y maldad’”.
“’Lo que más me afectaba era la falsedad: la familia de mi madre se la pasaba desangrando a mi mamá; mi abuelo a mi papá, mi papá a su familia política, a nosotros; todos contra todos y a los niños nos usaban volviéndonos locos. A mí me decían que mi papá tenía una doble vida, que mi mamá era una derrochadora, que no tenía conciencia de nada. Era demasiado el veneno…’”
“Por tu manera de hablar, pareciera que así como desprecias a tu padre, idolatras a tu madre”.
“’Sabes, no estoy seguro que deteste a mi padre. En realidad lo quiero, pero no he sabido cómo acercarme a él porque nunca me ha dejado. Tiene 82 años y lo último que quisiera es lastimarlo con mis palabras. Ahora bien, de mi madre, dicen que era yo su consentido. Cuentan que cuando yo iba a nacer llovió muchísimo, el río se desbordó y para llegar a Nueva Rosita, donde había un mejor hospital, tuvo que pasar mi mamá en lancha, entre el lodo. Ya en el hospital, como ella tuvo varicela o sarampión en el noveno mes, le dijeron que tenía que escoger entre el niño o ella. Respondió que viviera yo, pero mala hierba nunca muere y vivimos los dos.’”
“Sin embargo, en tu obra no reflejas a una madre cariñosa y preocupada por ti. En Mami, mami (1985), estás encerrado en un cubo y le llamas a una madre que es incapaz de oírte, de salvarte, y cuyos pies, ajenos a su cuerpo están muy lejos de ti”.
“’Te falta un elemento, en el suelo hay un zoológico infantil y hay un gorila que dice: ´Tú te callas el hocico’. Así le digo a mi mamá en el cuadro, porque ella no me oía nunca. Era la cómplice y la fan número uno de mi papá, se moría por mi padre que nunca le correspondió. Desde antes de casarse con ella, él vivió envuelto en intrigas y falsedades que, por sus descuidos y descaros, mamá fue poco a poco descubriendo (a ello obedece el cuadro Sombra recogiendo lo que no debe, de 1982). Poco tiempo antes de que ella muriera, le pedí que dejara de darnos atole con el dedo, que habláramos claro. No quiso confrontar nada, le pedí que me diera un abrazo y me lo negó. Ella, con su matrimonio, repitió la historia de sus padres, que también vivían peleando, con mentiras, y que nunca fueron capaces de darse ni una caricia. Ella era muy fría, elegante y demasiado dura…’”
“Volviendo a la relación con tu madre, hay un cuadro sin título de 1982, en el que el niño se abraza a su madre, pero ella, con garras, es incapaz de tocarlo, ¿por qué las garras?”
“’Mi mamá no supo expresar amor; su manera de acercarse era comprándonos cosas. A mí, joyas, muñecas. En ese cuadro del que hablas hay muchas puertas, y refleja una de mis pesadillas de niño. Yo creía que había muchas puertas, pero que yo era incapaz de saber por cuál entrar. Ella era la buena puerta, pero cuando la abría, constataba tanto dolor que salía huyendo. Siempre me topaba con mi madre, no había forma de huir; lo intentaba todo el tiempo. En mí, esto se manifestaba como una enfermedad; me daban ataques de pánico que me paralizaban, me asfixiaban. Estaba yo recluido, era muy hermético, no me faltaban ganas de morirme’”.
“¿Sería muy aventurado pensar que tu madre, quien tanto te sobreprotegió, fue quien te aisló de tu padre, que fuiste tú ‘su’ Julio, el Julio que ella no podía tener?”
“Tiene sentido, no lo había pensado. Yo soy muy parecido a ella...’”
“Cuentan que a ti te disfrazaban de niña y te compraban muñecas, y que eso irritaba a tu papá”.
“’¿De niña?, no. Pero no tenía que vestirme de mujer. A mi papá le molestaba que sus hijos nos disfrazáramos, sólo lo aceptaba en mamá. Recuerdo una vez que fui de príncipe, con joyas, una capa roja inmensa y zapatos de charol, y él se enojó muchísimo. Si iba yo a una celebración familiar con corbata de moño se ponía furioso y me obligaba a quitármela, porque para él, en su conservadurismo, la corbata tenía que ser larga para ser de hombre. Cualquier idea en su cabeza era una orden. Era un hombre muy contradictorio. Me regalaba anillos de brillantes y luego me regañaba si me atrevía a ponérmelos…Para él, yo era despreciable porque me gustaban las antigüedades, la música clásica, el francés o estar vestido a la moda. No me soportaba y quizá tienes razón: le daba mucho coraje que yo, que me llamaba Julio, fuera parecido a Ofo, a quien él detestaba.’”
“En tus cuadros Cavayo Ballo y Anal e Isis tocas el tema de la homosexualidad. Juegas a ser un poco hombre y un poco mujer”.
“’El tema de esos cuadros es más bien el descubrimiento de la sexualidad, de la masturbación, del pecado. Cuando uno tiene cierta edad, empieza uno a experimentar, y es eso lo que expreso. Es el recuerdo de ver cómo cambiaba mi cuerpo en la adolescencia y el descubrimiento del erotismo; estar envuelto en culpas y no entender nada porque no tenía ni con quien hablar. Cuando se me ocurrió preguntarle al cura, sólo me condenó y me exculpó con tres Padres Nuestros. Por otra parte, debo decirte que yo no soy mujer; utilizo mi parte afeminada como un disfraz. No me imagino que pueda yo querer a un hombre, o ser como una mujer’”.
“¿Has tenido novias?”
“’De joven me enamoré idílicamente, pero por mi destino fatal para el amor, no fui correspondido…a los 15 años, fui novio de Arlyn, una venezolana, pero yo no la quise tanto como ella a mí. Yo concibo el matrimonio como una unión para tener hijos y creo que no me puedo enamorar de ninguna mujer. Tampoco de un hombre. Tuve muchos amigos cercanos, pero siempre competían conmigo, se encelaban de mi éxito y querían ser mis parásitos. Por más bien que yo los trataba, a uno hasta le ofrecí clases de teclado y viajar conmigo, me reclamaban porque no los dejaba verme pintar. Decían que era yo un egoísta, que ellos también querían ser pintores. Pero para mí la pintura es como un acto de amor, como el sexo, el proceso es interno, muy íntimo y no se puede compartir. Me acabé hartando’”
“¿Has tenido como pareja a algún hombre?”
“’No, nunca, y eso es lo que todo el mundo piensa. Antes me dolía, hoy me da igual y hasta lo provoco; pero no les atraigo a los hombres. Les doy miedo y no se acercan. Sólo recientemente he podido ser amigo de hombres que tienen su vida muy hecha y que no temen la competencia: José María Cano, Julian Schnabel o Johnny Depp. Desde hace mucho tiempo no tengo una sexualidad activa’”.
“¿Te gustaría?”
“¿No sé, pero la tragedia es que ni siquiera ha habido ni una propuesta. Sería entendible que algún hombre se me acercara por como soy, pero no hay nada. Anoche vi en la tele un programa donde salió Cristal, la cantante ciega, y ella contó que ha tenido muchas relaciones. Me quedé pensando, ¿por qué yo, que puedo ver y ser visto, estoy tan solo? Quizá porque estoy encerrado, a veces durmiendo hasta 24 horas seguidas, sin contestarle el teléfono a nadie y sin salir. Quizá también porque no tengo capacidad de amar’”.
“Dices que te sentías muy solo en Monterrey, ¿qué recuerdas de tu vida en esos años?
“’En la adolescencia rompía vidrios, sillas y bancas en el colegio, golpeaba niños, robaba exámenes. Lo que más disfrutaba era la tensión cuando decían que no iban a dejar a nadie salir hasta no descubrir al culpable… Poco a poco le fui agarrando placer a hacer cosas más ´malas’. Una vez que me invitaron a una fiesta, dije que no podía ir y fui a llenar tanques de gasolina. Cuando ya estaban todos ahí, les bajé el switch de la luz y tiré gasolina alrededor de todo el jardín, le eché un cerillo y no alcancé a meterme al carro, cuando ya me estaba carcajeando de ver a todos tratando de apagar el incendio.'"
"'En otra ocasión, fui a una fiesta y dije que tenía que irme. Al salir agarré un martillo y troné los vidrios de todos los coches. ¡Era un vándalo!, y hoy me arrepiento…Yo vivía a la defensiva. Lo disfrutaba mucho. Era una forma de llamar la atención de mi familia, pero, ahora me pregunto si no hubiera sido mejor hacerles el daño a mis papás, y no a toda esta gente que sufría las consecuencias de nuestro abandono’”.
“¿Fue Memo el que te impulsó a irte a Nueva York cuando terminaste la carrera (1984)?” (El galerista regiomontano Memo Sepúlveda. Galeria Arte Actual Mexicano)
“’No, él no quería, decía que apenas estaba yo empezando mi carrera y que no era el momento. Mis papás tampoco me apoyaban; para mi mamá, ser artista era ser un fracasado, un muerto de hambre que se alimentaría de humo soñando con la musa. Por el contrario, para mí era una profesión en la que me iba a imponer una disciplina, un horario y una responsabilidad, y quería ir a Nueva York, para estar en contacto con los artistas del mundo que ahí se conjuntaban’”.
“Se dice que fuiste muy amigo de Warhol, platícame”.
“’Nos veíamos en el mercado de pulgas donde comprábamos mugres. A veces él se daba cuenta que yo no tenía dinero y me regalaba chucherías. Me acuerdo una vez que vimos una caja con muchos cuchillos de lámina, de esos que son mágicos, que se entierra la punta y te quedas con el mango. Yo dije que quería todos, pero no me alcanzaba ni para dos. Ese día, Warhol me los mandó de regalo. Así se fue dando la amistad, teníamos gustos muy diferentes y empecé a apreciarlo. Aparentemente era frío, reservado y solitario, pero platicábamos mucho.’”.
“¿Page organizó tu primera exposición?”
“No, no sé ni cómo vinieron a verme dos fulanas, una mexicana que se llama Angeles Toledo y su socia, una cubana, y organizaron la primera exposición en Nueva York, en una galería inmunda del East Village que se llamaba Art Mart. Esa zona, que antes había sido de punks y drogadictos, se transformó en un barrio de galerías y los dealers más importantes acudían a buscar nuevos valores. No sé ni cómo llegaron mil gentes a la inauguración de mi exposición y los ocho cuadros que expuse se vendieron. Sylvester Stallone compró El niño elefante. Ahí llegó también Barbara Farber, que tenía una galería en Amsterdam, y se interesó por mi obra. Luego expuse allá; después a través de Page hice una exposición en el Consulado Mexicano, luego Francesco Pellitzi me presentó a Annina Nosei, una de las galeristas más importantes de Nueva York y siguieron exposiciones con ella’”.
“Pareciera que tu carrera fue rápida y ascendente”. “’Sólo pareciera, porque en Hell's Kitchen batallé mucho por cerca de dos años, no sólo porque con tantas influencias de artistas europeos tenía miedo de perder mi identidad, sino porque no tenía ni qué comer y me daba horror tener que regresar a Monterrey con el fracaso a cuestas… la ropa sucia se me amontonaba y, en lugar de comida, me alimentaba con dulces. Me puse gordísimo y de ser una persona que en la vida tomaba una copa de alcohol, empecé a emborracharme hasta estar perdido. Durante seis meses me la pasé tomando, y me divertía haciendo locuras en un bar de gays.'"
"Ahí me inspiré para pintar El túnel. Destruía los baños con pelotas de papel mojado, rompía canceles a patadas, me reía a carcajadas. A las discotecas tampoco me dejaban ya entrar. Mis cuadros se vendían por muy poco en el East Village y no tenía un quinto. Mi vida cambió cuando en 1988 conocí a Annina Nosei, quien había descubierto a Basquiat y a Schnabel...colocó mis cuadros en colecciones y museos importantes...vinieron muchas exposiciones, incluyendo la del Georges Pompidou.’”
“¿Cómo cambió el éxito tu vida?”
“’Aunque nunca estoy conforme y necesito constantemente destruir para renacer, comencé a sentirme satisfecho. Luego vino el reconocimiento en México. En 1994, me dieron el Premio Marco, que constaba de 250 mil dólares; un año antes el Museo Marco había organizado una retrospectiva mía para la que conjuntaron una cantidad enorme de cuadros. Hasta un crítico que todo el tiempo hablaba mal de mí y decía que quería que escribieran como epitafio en su tumba: ‘No me equivoqué, Julio Galán es un charlatán’, comenzó a hablar de mí como uno de los principales exponentes del nuevo arte mexicano.'"
"'Pero quizá para responderte mejor de cómo todo esto cambió mi vida, debería contarte una anécdota. Cuando llegué por primera vez a Nueva York fui en Church Street a la tienda de Luxor…y quise oler un perfume que decía que tenía poderes de enamoramiento. Ella no me dejó, dijo que valía 20 dólares cada gota y a mí no me alcanzaba ni para una sola. Veinte años después regresé por el frasco completo. El hecho de haber vendido mi obra me dio esa posibilidad. En principio me pareció que el perfume olía horrible, es un denso aceite, pero me lo lleve y ahora me fascina, aunque mancha todas mis camisas. Lo uso muy seguido, ahorita lo traigo puesto. ¿No me lo hueles?’”
“Ya me estoy mareando, pero no me he enamorado de ti.”
“París. Dijiste muchas veces que esta ciudad no te gustaba; sin embargo, te fuiste ahí a vivir en 1999, ¿por qué?”
“’Fui a exponer… me gustó tanto que acabé quedándome un año. Me dieron un cuarto, en el que comencé a acumular ropa, muñecas y un mugrero. Un día decidí irme al sur de Francia a pasear, por supuesto seguía pagando la renta diaria del hotel, y me llamaron al coche para decirme que me querían cambiar de cuarto porque Johnny Depp, el actor de Eduardo, manos de tijera, quería mi habitación…me convencieron y cambiaron mis cosas. Para mi sorpresa, rompieron lo más valioso: mi muñeca María, que acababa de comprar por 4 mil dólares y que se llamaba así por una niña que Lissi acababa de perder’”.
¿Mantuviste la relación con él?
“Sí y él, que no es pintor, me pintó un retrato maravilloso. Tomó la idea de una foto de Graciela Iturbide en la que me disfracé con una corona de Cristo. Me dejó pasmado’”.
“Tu mamá recientemente murió. Me gustaría saber si finalmente ella y tu padre reconocieron que has logrado ser un hombre exitoso”.
“’Mi papá, nunca. Mi mamá sí llegó a reconocerlo. Al principio le molestaban mis cuadros, se enojaba y me preguntaba al verlos que si me había hecho tanto daño para que pintara tan espantoso. Finalmente creo que entendió mi dolor y valoró mi rebeldía. De hecho, por compromiso fue ella quien compró Las gemelas, el primer cuadro que vendí en la Galería Arte Actual Mexicano de Memo Sepúlveda. Años después, cuando supo que me gané el Premio Marco, fue a comprar como 20 periódicos para presumirle a todo el mundo que su hijo ‘ya era famoso’; pero se fue de espaldas al leer que yo había declarado que mis padres no me habían querido. Se enojó tanto que dejó de hablarme; luego me dejó una carta con un regalo. En la carta me ponía que no cambiara, que siguiera siendo su Pollo; y el regalo era la Madona de Rafael. Sentí mucha culpa, fue una cachetada con guante blanco’”.
“¿Cómo asumiste su muerte?”
“’Fue una tragedia. No quise ir al entierro pero fui yo quien dijo cómo vestirla. Le puse un traje hermoso que yo le había traído de Nueva York y que me había dicho que nunca se pondría. Era una falda de gasa de capas en tonos cafés, con una blusa gitana verde Nilo. Se veía preciosa. Como un homenaje a su mundo de fantasía, que yo aprendí de ella, la última vez que la vi en el ataúd, desparramé sobre su cabeza unos tubitos de diamantina morada y le cubrí su cara con una gasa. No sé ni de qué murió, ella tenía asma. Se empezó a poner muy mal, quizá se murió de tristeza, ya no quería vivir. Yo siempre estuve preparado para su muerte’”.
“Julio, tú pintas muchos animales, ¿por qué, de dónde surgen?”
“’…Los gorilas no sé por qué me llaman tanto la atención; quisiera arrancarles todo el pelo y a veces siento que, si pudiera hacerlo, me encontraría conmigo mismo. He pintado muchos autorretratos así: como un gorila que espanta, pero que debajo tiene la inocencia de un niño’”.
“En tus últimos cuadros, pareciera que has dejado atrás al niño y que ahora es el joven Julio el que se atreve a mostrarse transparente, sin miedos, sin dobles discursos”. “’Los autorretratos que voy a exponer en la Galería Robert Miller en Nueva York los comencé tras la muerte de mamá. Quería buscarla a ella, pero de manera obsesiva me topé conmigo mismo. He descubierto a un hombre fuerte, con mucha firmeza interior y una necesidad absoluta de sobrevivir y continuar.'"
"'Un hombre que no se avergüenza de su pasado y que lo descara con humor negro. Ahora pienso que aunque mi vida ha sido difícil, no me cambiaría por nadie; volvería a ser el mismo, con todos mis problemas porque sólo puedo ser Julio Galán. Ya quiero exponer esta obra y dejarla atrás; necesito un respiro. No quiero copiarme, repetirme o estancarme en una fórmula que me funcione. No me puedo traicionar. Prefiero tomar riesgos en la vida y en la pintura. Quiero vivir y no sólo sobrevivir’”.
“Tienes sólo 41 años, y ya probaste las mieles del éxito.”
“’¿Cuál éxito? Doy gracias a Dios por el reconocimiento, sé que es un logro. Pero falta mucho en mi vida: añoro tener paz, dejar el dolor, quizá amar. Ya no quiero vivir con tormentos y angustia.’”
“¿Has dejado de afligirte con el tema de la muerte?”
“’No, hace unos días pensé que hoy me iba a morir. Inclusive he pensado que quiero que me entierren con mi muñeco Morelio, pero ya medí la cripta de Múzquiz y sólo cabría mi ataúd. Él no cabe, ni poniéndolo en mis brazos y, aunque esté yo solo, prefiero estar cerca de mamá’”. “¿Y ya eres?” (se refiere a la frase de Warhol afirmando que Julio sería el pintor más importante de México) “’No sé ni qué es ser artista, pero Nietzsche dijo: ‘Has de convertirte en lo que eres’, y yo me he convertido en lo que soy: en Julio Galán'"
"'Yo vivo la muerte aquí en la vida. Y en la muerte, allá con Dios, espero vivir la vida eterna…Toda la gente me dice que soy un niño. Pero yo me siento como un anciano y la infancia que no tuve -que viví como un anciano- a medida que pasa el tiempo está apareciendo: me estoy convirtiendo en un niño…Yo veo que son etapas, la infancia debe de ser de cierta forma, y como la describen yo no la tuve así. Mi infancia fue muy fuerte, cruda, solitaria…He tratado de explicarme hace muchos años por qué estoy triste, qué es mi tristeza...es una melancolía y no se despega nunca.’".
Julio Galán murió de un derrame cerebral el 4 de agosto del 2006. Su retrospectiva “Pensando en ti”, se expuso en el 2007 en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey y en el 2008 en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. Su pintura, su personaje y su personalidad fascinan. Me parece, que a través de ambos: artista obra/ autor/actor. Se abren innumerables ventanitas, puertas, portones para mirar al pasado. No sólo al suyo. Sino al nuestro a través de él. Julio y sus disfraces. Nuestros disfraces. Julio y sus máscaras. Nuestras máscaras. Julio y sus repetidas puestas en escena. ¿Acaso no tenemos cada una/o nuestras repetidas puestas en escena?. Julio y su colección de muñecos como fetiches, como reproducciones del “Pollo” de "mami mami". Julio y su alter ego inanimado, su muñeco Morelio. Julio comprando frascos de un perfume carísimo que hace que los otros se “enamoren”. Pero no sucede. ¿Por qué? Y entonces le respondió a Silvia lo que leímos….”Quizá también, porque no tengo capacidad de amar”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Aromas de lirios silvestres, y palabras en armonía con los colores de la primavera te acerco, para desearte un agradable fin de semana.
Dando paso dentro de breves horas, a la estación con mayor esplendor de todo el año.
Y la sosegada brisa
del valle que dormía
acerco a tu mejilla
un beso de despedida.
María del Carmen
Publicar un comentario